INSTRUCCIONES: Usted, joven estudiante debe leer todo muy bien antes de empezar. Al final debe publicar sus respuesta en la sección de comentarios. Publique su comentario y luego envíe un recorte de pantalla como prueba de la hora en que realizó su post o comentario. Luego, reproduzca su comentario completo, para ser evaluado en el aula de clases. Este post deberá ser entregado entre las 4 y las seis de la tarde del día 3 de octubre. El que no pueda hacerlo por un motivo poderoso y comprobable lo hará en horario de 9.30 p.m. a 10.00 p.m. y debe explicar el motivo poderoso por no haber cumplido el horario, al inicio de su post.
El día de hoy analizaremos otro fragmento de la obra ya tratada en clases
denominada Brevísima Relación de la Destrucción de la Indias, en la parte de
América que en ese entonces ya se llamaba Tierra Firme. Esta sección o nueva gobernación ya había
tenido un gobernador (Diego de Nicuesa) cuyo destino o muerte no se sabía cuál había sido, pero en
lo cual, con toda seguridad, había influido Vasco Núñez de Balbo, que además, como si fuera poco, se
había encargado de neutralizar al Bachiller Fernández de Enciso y que, además, se percibía
como un rebelde peligroso. Ese nuevo gobernador venía con un verdadero séquito.
Imaginémoslo, desembarcando en Santa María la Antigua del Darién, con cientos
de acompañantes, con los nuevos funcionarios y capitanes, vestido de seda y con
la intención de juzgar rápidamente a Balboa y ajusticiarlo.
En el trabajo usted, joven estudiante contestará o hará su comentario como
ensayo, sin copia, sin uso de I.A., con sus palabras de forma coherente y sin
que su respuesta guarde ningún parecido con un cuestionario estilo “PRIMER
CICLO”. Doy por sentado, que trato con estudiantes con mayor madurez,
creatividad y uso del pensamiento crítico. Deberá contestar las siguientes preguntas sin
escribirlas en el texto o comentario o post: 1. ¿Quién era el nuevo gobernador
o cuál era su nombre? 2. ¿De qué fue
testigo fray Francisco de san Román en cuánto a castigos y número de muertes? 3. ¿Cuántos muertos en total dice De las
Casas que provocó el nuevo gobernador y cómo exactamente trataban a las mujeres?
4. ¿Qué es el requerimiento y cómo lo aplicaban, y qué provecho sacaban
de él, los españoles? 5. ¿Qué aprendiste relevante en esta lectura?
El primer párrafo lo iniciarás así. “Saludos
a mis compañeros y al profesor….”. “En
esta ocasión estaré compartiendo con ustedes mis palabras sobre…”
El segundo párrafo lo iniciarás así: “Sobre los excesos cometidos por el “infelice
gobernador”, en las tierras que algún día se convertirían en la república
de Panamá, me gustaría compartir con ustedes lo que cita De las Casas, que escuchó
de un Fray llamado Francisco de San Román. Él dice, sobre las acciones de ese
capitán y los muertos ocasionados, que…”
El tercer párrafo lo iniciarán así: “Como si esto no fuese suficiente, me
causa… (habla el estudiante) la cantidad de muertos que ocasionó ese gobernador
y sus capitanes, porque en la lectura vemos cuando se menciona que…”
El cuarto párrafo lo iniciarán así: “Pero, si había algo que me impactó fue
la forma como aplicaban el requerimiento como excusa para sacar provecho.
Ellos, los españoles,…”
El quinto párrafo lo iniciarán así: “No puedo creer la cantidad de muertos
que provocaron en estas tierras…”
El sexto párrafo lo iniciarán así: “Esta
lectura tiene para mí mucho valor porque me ha ayudado a comprender y a
reafirmar ...”
CRITERIOS:
SALUDOS ……..5 PUNTOS
CONTENIDO…..50 PUNTOS
REDACCIÓN Y ORTOGRAFÍA……10 PUNTOS
A continuación, seleccione la butaca, siéntese cómodamente y dispóngase a disfrutar( o a enojarse) al hacer la lectura.
Fragmento de la Brevísima Relación de la
Destrucción de las Indias de Fray Bartolomé de las Casas.
Tomado de la Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes y disponible en el siguiente enlace:
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/brevsima-relacin-de-la-destruccin-de-las-indias0/html/847e3bed-827e-4ca7-bb80-fdcde7ac955e_18.html
“El año de mil y quinientos y catorce pasó a la
Tierra Firme un infelice gobernador, crudelísimo tirano, sin alguna piedad ni
aun prudencia, como un instrumento del furor divino, muy de propósito para poblar
en aquella tierra con mucha gente de españoles. Y aunque algunos tiranos habían
ido a la Tierra Firme y habían robado y matado y escandalizado mucha gente,
pero había sido a la costa de la mar, salteando y robando lo que podían. Mas
éste excedió a todos los otros que antes dél habían ido y a los de todas las
islas, y sus hechos nefarios a todas las abominaciones pasadas. No sólo a la
costa de la mar, pero grandes tierras y reinos despobló y mató, echando
inmensas gentes que en ellos había a los infiernos. Éste despobló desde muchas
leguas arriba del Darién hasta el reino y provincias de Nicaragua inclusive,
que son más de quinientas leguas, y la mejor y más felice y poblada tierra que
se cree haber en el mundo, donde había muy muchos grandes señores, infinitas y
grandes poblaciones, grandísimas riquezas de oro, porque hasta aquel tiempo en
ninguna parte había parecido sobre la tierra tanto, porque aunque de la isla Española
se había henchido casi España de oro y de más fino oro, pero había sido sacado
con los indios de las entrañas de la tierra de las minas dichas, donde, como se
dijo, murieron. Este gobernador y su gente inventó nuevas maneras de crueldades
y de dar tormentos a los indios porque descubriesen y les diesen oro. Capitán
hubo suyo que en una entrada que hizo por mandado dél para robar y extirpar
gentes mató sobre cuarenta mil ánimas, que vido por sus ojos un religioso de
San Francisco que con él iba que se llamaba fray Francisco de San Román,
metiéndolos a espada, quemándolos vivos y echándolos a perros bravos y
atormentándolos con diversos tormentos. Y porque la ceguedad perniciosísima que
siempre han tenido hasta hoy los que han regido las Indias en disponer y
ordenar la conversión y salvación de aquellas gentes, la cual siempre han
pospuesto (con verdad se dice esto) en la obra y efecto, puesto que por palabra
hayan mostrado y colorado o disimulado otra cosa, ha llegado a tanta
profundidad que hayan imaginado y practicado y mandado que se les hagan a los
indios requerimientos que vengan a la fe y a dar la obediencia a los reyes de
Castilla; si no, que les harán guerra a fuego y a sangre y los matarán y
cativarán, etc. Como si el hijo de Dios que murió por cada uno dellos hobiera en
su ley mandado cuando dijo: «Euntes docete omnes gentes» que se hiciesen requerimientos a los infieles
pacíficos y quietos y que tienen sus tierras propias; y si no la recibiesen
luego sin otra predicación y doctrina, y si no se diesen a sí mesmos al señorío
del rey que nunca oyeron ni vieron especialmente, cuya gente y mensajeros son
tan crueles, tan desapiadados y tan horribles tiranos, perdiesen por el mesmo
caso la hacienda y las tierras, la libertad, las mujeres e hijos con todas sus
vidas, que es cosa absurda y estulta y digna de todo vituperio y escarnio e
infierno. Así que, como llevase aquel triste y malaventurado gobernador
instrución que hiciese los dichos requerimientos, para más justificallos
(siendo ellos de sí mesmos absurdos, irracionables e injustísimos) mandaba, o
los ladrones que enviaba lo hacían cuando acordaban de ir a saltear y robar
algún pueblo de que tenían noticia tener oro, estando los indios en sus pueblos
y casas seguros, íbanse de noche los tristes españoles salteadores hasta media
legua del pueblo, y allí aquella noche entre sí mesmos apregonaban o leían el
dicho requerimiento, diciendo: «Caciques e indios desta tierra firme de tal
pueblo, hacemos os saber que hay un Dios y un Papa y un rey de Castilla que es
señor de estas tierras: venid luego a le dar la obediencia, etc. Y si no, sabed
que os haremos guerra y mataremos y cativaremos, etc.». Y al cuarto del alba,
estando los inocentes durmiendo con sus mujeres e hijos, daban en el pueblo
poniendo fuego a las casas, que comúnmente eran de paja, y quemaban vivos los
niños y mujeres y muchos de los demás antes que acordasen. Mataban los que
querían, y los que tomaban a vida mataban a tormentos por que dijesen de otros
pueblos de oro o de más oro de lo que allí hallaban, y los que restaban
herrábanlos por esclavos.
Iban después, acabado o apagado el fuego, a buscar
el oro que había en las casas. Desta manera y en estas obras se ocupó aquel
hombre perdido con todos los malos cristianos que llevó desde el año de catorce
hasta el año de veinte y uno o veinte y dos, enviando en aquellas entradas cinco
y seis y más criados, por los cuales le daban tantas partes (allende de la que
le cabía por capitán general) de todo el oro y perlas y joyas que robaban y de
los esclavos que hacían. Lo mesmo hacían los oficiales del rey, enviando cada
uno los más mozos o criados que podía; y el obispo primero de aquel reino
enviaba también sus criados por tener su parte en aquella granjería. Más oro
robaron en aquel tiempo de aquel reino (a lo que yo puedo juzgar) de un millón
de castellanos, y creo que me acorto, y no se hallará que enviaron al rey sino
tres mil castellanos de todo aquello robado, y más gentes destruyeron de ochocientas
mil ánimas. Los otros tiranos gobernadores que allí sucedieron hasta el año de
treinta y tres mataron y consintieron matar, con la tiránica servidumbre que a
las guerras sucedió, los que restaban. Entre infinitas maldades que éste hizo y
consintió hacer el tiempo que gobernó, fue que dándole un cacique o señor de su
voluntad o por miedo (como más es verdad) nueve mil castellanos, no contentos con
esto prendieron al dicho señor y átanlo a un palo sentado en el suelo y,
extendidos los pies, pónenle fuego a ellos porque diese más oro, y él envió a
su casa y trajeron otros tres mil castellanos; tórnanle a dar tormentos y, él
no dando más oro porque no lo tenía o porque no lo quería dar57, tuviéronle de
aquella manera hasta que los tuétanos le salieron por las plantas, y así murió.
Y déstos fueron infinitas veces las que a señores mataron y atormentaron por
sacalles oro.
Otra vez, yendo a saltear cierta capitanía58 de
españoles, llegaron a un monte donde estaba recogida y escondida por huir de
tan pestilenciales y horribles obras de los cristianos mucha gente, y dando de súbito
sobre ella, tomaron setenta o ochenta doncellas y mujeres, muertos muchos que
pudieron matar. Otro día juntáronse muchos indios e iban tras los cristianos
peleando, por el ansia de sus mujeres e hijas; y viéndose los cristianos
apretados, no quisieron soltar la cabalgada, sino meten las espadas por las barrigas
de las muchachas y mujeres, y no dejaron de todas ochenta una viva. Los indios,
que se les rasgaban las entrañas de
dolor, daban gritos y decían: «Oh, malos hombres, crueles cristianos, ¿a las
iras matáis?». Ira llaman en aquella tierra a las mujeres, cuasi diciendo:
«Matar las mujeres señal es de abominables y crueles hombres bestiales».
A diez o quince leguas de Panamá estaba un gran
señor que se llamaba Paris, y muy rico de oro. Fueron allá los cristianos y
recibiólos como si fueran hermanos suyos, y presentó al capitán cincuenta mil castellanos
de su voluntad. El capitán y los cristianos parecióles que quien daba aquella
cantidad de su gracia que debía de tener mucho tesoro, que era el
fin y consuelo de sus trabajos; disimularon y dicen que se quieren partir, y tornan al cuarto del alba y
dan sobre seguro en el pueblo, quémanlo con fuego que pusieron, mataron y
quemaron mucha gente, y robaron cincuenta o sesenta mil castellanos otros, y el
cacique o señor escapóse, que no le mataron o prendieron. Juntó presto la más
gente que pudo y a cabo de dos o tres días alcanzó los cristianos, que llevaban
sus ciento y treinta o cuarenta mil castellanos y da en el los varonilmente y mata cincuenta cristianos
y tómales todo el oro, escapándose los otros huyendo y bien heridos. Después tornan muchos cristianos
sobre el dicho cacique y asoláronlo a él y a infinita de su gente, y los demás pusieron y mataron en la
ordinaria servidumbre. Por manera que no hay hoy vestigio ni señal de que haya habido allí pueblo ni hombre
nacido, teniendo treinta leguas llenas de gente de señorío. Déstas no tienen
cuento las matanzas y perdiciones que aquel mísero hombre, con su compañía, en
aquellos reinos que despobló hizo.”